Damos la bienvenida a Xavier Marcet, nuevo Presidente del IAAC desde Junio 2019. Su gran experiencia y trayectoria en el ámbito de los negocios, consultoría estratégica e innovación, beneficiará al IAAC para afrontar los desafíos futuros.

¿Nos puedes profundizar un poco en tu trayectoria profesional?

Es sinuosa. Desde hace 18 años me dedico a la consultoría internacional en estrategia e innovación.
Colaboro con distintas universidades y hace años impulsé la Barcelona Drucker Society. Peter Drucker ha sido una fuente de innovación en mi trabajo. Reparto mi tiempo profesional entre Barcelona, Boston y otras ciudades.

 

¿Qué te resulta más estimulante de trabajar en organizaciones como la del IAAC?

La energía. Las personas. Una energía comprometida. La voluntad de trascender simplemente a la formación para abrazar el aprendizaje. La capacidad de combinar radicalidad con sentido constructivo y proyectos. El IAAC ha vivido en la adversidad, pero no se ha refugiado en la queja. Para mí es un honor presidir un Instituto que ví nacer hace muchos años y en el que tuve la oportunidad de colaborar un poquito (muy poco) a su nacimiento ayudando a Vicente Guallart.

 

Desde tu punto de vista, ¿cuales son los desafíos que deberá afrontar el IAAC en los próximos años?

Continuar siendo IAAC creciendo. Es decir, repensar con narrativas propias la ciudad. ser capaz de pensar la ciudad de la era de la inteligencia artificial. No caer en papanatismos. Superar antiguos trade-off como el de ciudad y agricultura, el de ciudad y bosque, el de ciudad y consumo insostenible. La confluencia del mundo de la AI y de la bioeconomia redibujarán las ciudades y las ajustarán más los ciudadanos. La AI nos permitirá personalizarlas. La bioeconomia que sean un foco de esperanza sostenible y no todo lo contrario.

 

¿Cuales son las fortalezas o puntos de mejora que posee el IAAC para afrontar esos futuros restos?

Su gente. Desde los fundadores hasta los recientes. La capacidad de atraer talento. La versatilidad y la agilidad. Saber soñar y construir. Y todo esto sin caer en ninguna complacencia. Sin perder esta sensación de que todo es potente pero frágil. Y mucha humildad. Los exploradores son humildes. Saben de las sinuosidades del camino.

 

El IAAC es una institución reconocida en el ámbito internacional, ¿cual es tu objetivo de visibilidad a nivel más nacional y local?

A nivel local, no solamente hay que estar, hay que ser. El IAAC debe buscar más impacto de proximidad, pero sin crear dependencias que a la larga perturban el propósito. Un Instituto que es capaz de tener el Valladaura Lab debe tener más complicidades locales.

 

Entonces, ¿el foco principal en un futuro será más internacional o más local?

De lo internacional a lo local, con sinergias interesantes y sin dependencias. La mayoría de las organizaciones van de lo local a lo internacional y se quedan por el camino. El IAAC debe hacer un poco al revés. Al final, los proyectos realmente potentes transcienden lo local y son capaces de ser globales con raíces.

 

¿Tienes ganas de empezar?

Tango ganas de intentar aportar. Muchas. De no estropear el gran trabajo de Oriol Soler. De conocer mucho más a las personas. De trabajar con los directores y con el staff. De aprender y quizás de plantear algunas cosas a desaprender. Yo no soy arquitecto. Mi trabajo no es hacer ver que entiendo de arquitectura. Vengo con las pretensiones curadas en este campo. Mi trabajo es intentar multiplicar el impacto del IAAC con un equipo excepcional y con propósito: ayudar a construir seriamente el tipo de ciudades que el mundo necesita.